Opinión | SALA DE MÁQUINAS
Golfos
La aparición de Koldo García en la política española ha devuelto a ésta su condición de circo o espectáculo cómico, pero con el inquietante fondo o mano del hampa detrás.
Hago alusión a organizaciones o actividades ilegales porque no es posible que personajes como Koldo, el comisario Ballesteros, Otegi, Marcial Dorado, Roldán, Urdangarin, Mario Conde, Ábalos, el chófer de los Ere, el novio de Ayuso y esa larga lista de «gargantas profundas», «chupópteros», «amigos», «cómplices», «guardaespaldas», o «protectores» de líderes, instituciones y partidos no hayan tenido conexión con la parte más oscura de la sociedad. En sus mejores momentos, hoyando esa débil frontera entre el delito y la ley, entre el bien y el mal; pero andándose, por lo general, más allá, en la zona oscura, y con peores compañías todavía que ellos mismos.
Sin embargo, muchos tienen éxito, son considerados seductores, carismáticos, cuentan con padrinos y, como hombres de paja, mamporreros o correveidiles, con reconocimiento. La mayoría, incluso, con vida social y buena salud económica.
De hecho, es necesario que cometan un error para que sus nombres salgan a la luz en calidad de presuntos delincuentes. El tal Koldo, pese a que llevaba años matuteando con los socialistas y a saber con quién más, era desconocido por una opinión pública ahora escandalizada por el cuajo con que, como por los puticlubs, entra por los ministerios, hasta que vendiendo mascarillas o muñendo a saber qué negocios ha perdido la máscara. Si de las comisiones parlamentarias depende se irá, como otros antes que él, de rositas del Congreso, pero puede que la instrucción judicial encuentre la lima dentro del pastel y lo ponga una temporada a la sombra.
¿Será la corrupción tan consustancial a la política española como la constante presencia de estos «golfos apandadores»? Si después de todo lo que pasó con el PSOE de Felipe González y con el PP de Aznar –decenas de mangantes y condenas, la horrible imagen de un país corrompido–, se repite la historia y la plaga de las comisiones y corruptelas torna a enfangar la vida pública, ¿de quién será la culpa? ¿De Koldo? ¿De Koldo y Ábalos? ¿De Koldo, Ábalos y el señor X? ¿O de todos?
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