INSTITUCIONES PENITENCIARIAS

Los funcionarios de prisiones avisan de la falta de relevo generacional en las cárceles

Los trabajadores achacan la situación a la falta de convocatorias de empleo público entre 2012 y 2016 y al cambio del perfil de los presos

Los funcionarios lamentan el aumento de la agresividad entre los internos

Un preso de Zuera apalea al jefe de servicios que le requisó el móvil

Imagen de archivo de la cárcel de Zuera. | EL PERIÓDICO

Imagen de archivo de la cárcel de Zuera. | EL PERIÓDICO / L. C. L.

La vida en los centros penitenciarios permanece alejada del frenesí de las grandes ciudades con una vida silenciosa de la que poco se sabe más allá de ciertos episodios desagradables que, con cierta frecuencia, se cuelan en las páginas de sucesos y tribunales de la prensa diaria aragonesa. Su aislamiento en medio de grandes páramos no es sinónimo de falta de problemas, aunque el posicionamiento de las instalaciones a decenas de kilómetros de las grandes urbes dificulta la visibilización de sus revindiciones. Los problemas, sin embargo, no son ajenos a estos centros y ya hay quien advierte de que existe una amenaza real de falta de relevo generacional entre los funcionarios de prisiones, tal y como denuncian desde la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip)-UGT. "Hay mucha gente en torno a los 60 años que está a punto de jubilarse", aventura Mariano Sanz, delegado aragonés del sindicato en la cárcel de Zuera.

Los motivos, según la representación sindical, son dos: la falta de convocatoria de empleo público "desde 2012 hasta 2016" y el deterioro de las condiciones laborales como consecuencia del cambio en el perfil de los presos. Lo primero ha derivado en un envejecimiento de la edad media de las plantillas de los tres centros penitenciarios de Aragón –Zuera, Daroca y Teruel–, ligeramente inferior a los 50 años al situarse en torno a los 49 años. Y, aunque las nuevas convocatorias rozan el millar de plazas, Sanz reitera que "casi no se cubren las jubilaciones que se dan".

 Se trata de una cuestión que ya se encuentra sobre las mesas de negociación para intentar que las nuevas ofertas permitan la reposición de los puestos que dejan vacantes quienes ponen punto y final a la vida laboral. Con ese frente en vías de tratos, los funcionarios lamentan, por otro lado, que la mayor agresividad de los presos todavía hace más hostil la profesión. "El perfil ha cambiado. Ahora tenemos una plurinacionalidad tremenda con muchas variedades de religiones y de idiomas. Te lo tienes que pensar y tienes que ser muy consciente de dónde te metes", lamenta Sanz. Y es que, a su juicio, se trata de una situación de "desamparo" en la que reivindican el reconocimiento de su puesto como figura de agentes de la autoridad y el endurecimiento de los castigos punitivos.

Con él coinciden varios compañeros consultados por EL PERIÓDICO DE ARAGÓN al compartir todos ellos el cambio de perfil de los presidiarios. "Hace 20 años también había internos malos, pero existía un respeto en la sociedad hacia nuestra figura. Ahora tenemos presos de todas las nacionalidades habidas y por haber. Vienen de otras culturas con otra escala de valores porque, en algunos de esos países, la violencia está a la orden del día", razona. "No sé qué arreglo tiene", sentencia una funcionaria que evita criminalizar a todos los presos con los que trabaja a diario. "Nuestra relación con la mayoría es buena, pero existe un porcentaje de internos muy pequeño que es muy violento y no tiene intención de cambiar", prosigue.

"Las agresiones que no he visto en 28 años se han vuelto habituales estos dos últimos años"

Funcionario de prisiones

Es un "nuevo perfil" que otro funcionario de prisiones constata desde los últimos diez años con el ingreso de jóvenes "acostumbrados a un tipo de vida en la calle", por lo que acaban trasladando esa "agresividad" a las cárceles. "Las agresiones que no he visto en 28 años se han vuelto habituales estos dos últimos años", indica el trabajador que, ante esta situación, clama por una dotación de "medios coercitivos" como, por ejemplo, pistolas táser. "Nos brindarían cierta seguridad para no asumir riesgos y controlar las situaciones", argumenta. "Visto lo visto, la conflictividad va en aumento y tengo la sensación de que nosotros acabamos siendo los malos", continúa.

También coincide este funcionario con el representante sindical de Acaip-UGT en que las condiciones laborales son "cada vez más precarias" y a todo ello se une el postulado de otro trabajador que reclama "más dureza" por parte de la Administración contra los presos que generan conflictos. Este funcionario alude, por ejemplo, a las dificultades con las que se encuentran para derivar a los internos al primer grado, es decir, el módulo orientado a aquellos que protagonizan episodios violentos con otros presidiarios o con los mismos funcionarios. Y los datos son muy tozudos. Según la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias (SGIP), el centro penitenciario de Zuera fue el más violento de España con 27 agresiones a funcionarios.

Suscríbete para seguir leyendo