Opinión | SALA DE MÁQUINAS

¿España?

Tal como sucede con el universo de la política, también el mundillo de los historiadores españoles se está dividiendo, incluso partiendo en dos.

Por un lado, estaría el círculo de profesores que cree en una España forjada sólidamente a partir de la Reconquista; que cree en los Reyes Católicos, en la Conquista y Civilización de América, en la Constitución de 1812, en la moderna Transición, en el castellano como columna de una cultura universal que nos identificaría ante el resto del mundo...

Por otro lado, varios historiadores ponen en duda estas supuestas verdades o dogmas, defendiendo una génesis muy distinta de lo que hoy llamamos España. Para ellos, la unidad territorial y política habría sido impuesta por los ejércitos monárquicos y centralistas contra una diversidad aplastada a lo largo del tiempo en base a limar sus diferencias étnicas y lingüísticas en favor de una imagen y «causa» nacional políticamente amañada.

Uno de estos historiadores, acérrimo partidario de una visión alejada de la España unida, es Eduardo Manzano Moreno. Su último ensayo, España diversa, se propone deconstruir la unidad de la nación española demoliendo lo que en sus cimientos son, en su opinión, simples mitos o leyendas, o bien políticas de represión.

En su parcial defensa de las culturas periféricas, Manzano exalta el euskera como una lengua «de gran belleza», más antigua incluso que el latín. Igualmente el catalán habría nacido antes que el castellano, e incluso algún oscuro monje medieval lo habría utilizado para referirse muy tempranamente a la «nación catalana». Manzano, cuya ignorancia de la historia de la Corona de Aragón roza la indigencia intelectual, se refiere con desparpajo a unas instituciones «catalano-aragonesas» que jamás existieron como tales, pero cuya trucada referencia le viene bien para apuntalar sus tesis. Ni los Fueros o Cortes de Aragón ni el Justicia ni la idea confederal de Fernando el Católico merecen sino unas pocas y ambiguas líneas en la «España diversa».

Con semejantes principios y propósitos, tampoco es nada raro que Manzano Moreno la emprenda con Ortega y Gasset, Madariaga o Américo Castro, a quienes tacha de «obsoletos».

¿España?

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